cómo se aprenden habilidades para la vida?

 


¿En dónde o cómo se aprenden habilidades para la vida?

Las habilidades para la vida se ha desarrollado principalmente en programas dirigidos a grupos de niños y adolescentes, pero por su naturaleza y características es indudable que son de utilidad en todos los grupos de edad como un elemento de desarrollo humano integral y diverso de todas las personas, por lo cual la tendencia actual es utilizar esta estrategia educativa, de crianza, en la casa, en el jardín, en la primaria, en el bachillerato, en la universidad, y en la vida diaria.
  
Son muchos los escenarios posibles en donde se pueden desarrollar programas de habilidades para la vida: ambiente familiar, jardines infantiles, aparato escolar, ambientes laborales, clínicas de salud, centros comunitarios, centros juveniles, iglesias... En todos ellos tiene una función trascendental la familia y el grupo de adultos significativos cercanos a los niños, adolescentes y jóvenes, razón por lo cual se deben capacitar en la estrategia.

La familia como escenario

La familia y los adultos significativos tienen gran impacto en la modelación del comportamiento del niño, el adolescente y el joven, a partir del ejemplo y la experiencia en la interacción diaria. Una buena comunicación, el respeto hacia los hijos, involucrándolos en la resolución de problemas y en la solución dialogada de conflictos, y el apoyo positivo pueden enriquecer sus habilidades y reforzar las conductas positivas.
En general, para aprender habilidades para la vida es necesario un ambiente familiar que favorezca una educación más humana de los hijos, de tal modo que este ambiente contribuya a su formación integral como personas; al desarrollo de sus capacidades relacionadas con los valores de la convivencia; a conocer y manejar sus emociones y conflictos; a entender a los demás; a fijarse propósitos significativos en su vida; a aprender a comprometerse, a ser solidarios, etcétera. Este ambiente les facilitará el desarrollo de habilidades que les permitan afrontar con éxito las exigencias y desafíos de la vida cotidiana en su propia familia, en la escuela y la comunidad.



La escuela como escenario

La institución educativa es un espacio estratégico de formación y desarrollo, pues es allí en donde los alumnos elaboran conocimientos, fortalecen hábitos e interiorizan valores, por lo que es ideal para la enseñanza de habilidades para la vida.
La Ley general de educación 115, los programas de promoción y prevención de la salud, los programas de escuela saludable, y otros que típicamente se desarrollan en las escuelas respaldan o son susceptibles de unificación con un programa de habilidades para la vida.
Existen múltiples experiencias en todo el mundo. En Colombia se tienen las del Ministerio de Salud y la de Fe y Alegría, institución que validó una experiencia pedagógica internacional y adoptó como estrategia su aplicación en todos sus centros del país.

Las habilidades para la vida pueden ser enseñadas en forma genérica, pero su aprendizaje es más efectivo cuando se cargan de contenido, es decir, se enseñan aplicándose a tareas sociales específicas y relevantes, como por ejemplo sexualidad, uso de drogas, conflicto interpersonal.
En un programa de habilidades para la vida cada institución o contexto local define cuáles son las habilidades que desea enseñar, y el foco del contenido que se trabajará, según sus necesidades y motivación de los educandos.
Hay tres elementos claves en el desarrollo de un programa de habilidades para la vida:
 1) desarrollo de habilidades, 2) contenido informativo y 3) metodologías interactivas de enseñanza.
La metodología interactiva es un componente para el éxito en los programas. Los juegos de rol, los debates abiertos, las actividades en pequeños grupos, los juegos cooperativos, la utilización de experiencias concretas de la vida cotidiana, entre otros, llevan al estudiante a un mayor aprendizaje.
Para lograr la sostenibilidad del proceso es necesaria su institucionalización y articularlo al Proyecto Educativo Institucional (PEI), lo que implica que la comunidad educativa, docentes y padres de familia apoyen su desarrollo. Además, se requiere planificación adecuada; definir los contenidos y la evaluación; desarrollar los materiales; sensibilizar y capacitar a los docentes y al personal administrativo, así como hacer seguimiento, evaluación y sistematización.
El trabajo debe ser periódico y permanente para tratar de cambiar estilos de vida y propiciar comportamientos saludables. Además, es indispensable trabajar con las  familias y con los adultos significativos, pues de no ser así no se logrará el impacto deseado.



La crianza humanizada y las habilidades para la vida

Desde el discurso Crianza humanizada del Grupo de Puericultura de la U. de A. se considera que las habilidades para la vida son las metas de desarrollo humano integral y diverso, las cuales constituyen las herramientas de trabajo de los adultos para que los niños, adolescentes y jóvenes las construyan y reconstruyan permanentemente.
Las metas de desarrollo humano integral y diverso son homologables con los tres grupos de habilidades para la vida: habilidades sociales: autoestima y solidaridad; habilidades cognitivas: autonomía y creatividad; habilidades para el control de las emociones: autoestima. La consecución de habilidades para la vida hace que un ser humano esté conforme con lo que es y no solo con lo que tiene (felicidad) y pueda, por

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